jueves, 29 de octubre de 2009

Eterno


Hola a tod@s. Cuando la neblina aparece en la vida, uno cree que que las cosas van a ser más difíciles de entender, llegamos a pensar que va a ser más complicado caminar. Pero al contrario, la neblina nos hace tomar conciencia de quienes somos, de nuestro cuerpo, de nuestra presencia, de lo que queremos, de lo que merecemos...

Yo avanzo y todo va llegando, poco a poco, la gente correcta, las experiencias necesarias; es cuestión de no tener prisa, supongo. Yo por ahora seguiré avanzando, a ver hasta dónde llego. Sé que el camino será extraño, pero qué contento me va a dejar.

Por ahora les dejo un pequeño texto que escribí hace tiempo, y que al parecer la neblina me lo ha dejado caer de nuevo en las manos. Infinitos saludos, amig@s desconocid@s...

El hurto del infinito
Omar Flores Sarabia

Te permito que me mientas para simular un universo
Te permito un olvido que, ahora sabe, ya no espera regreso
Te permito que me abandones
Te permito que la veas, entre dudas y constantes misterios
Te permito que existas en el margen de mis deseos

Te permití que me usaras para lograr lo jamás imaginado
Te permití mis manos, para que vivieras lo tuyo, desde mi costado
Te permití mi tiempo, mis silencios, mis oscuridades y mi llanto
Te permití el vacío que se escondía en cada frase que no callamos
Te permití convertirme en el agua que te mantuvo flotando

Me supiste río y de mi flujo te alimentaste
Me supiste calor y tu soledad, conmigo, abrigaste
Me supiste constante y te quedaste
Me supiste verdad y, cada noche, con ella conversaste
Me supiste siempre palabra… palabra que hoy descubro, robaste

No permito que tomes mis palabras para repetirlas con tu boca
No permito que con ellas seduzcas a tristes, vacías e ignorantes
No permito que mis frases se vuelvan falsos colores inefables
No permito que uses mis infinitos, pues serán siempre míos
Aunque, ¿sabes? Te permito que las engañes, mientras me río
Porque al descubrir tus hurtos, me doy cuenta, de lo eterno que para ti he sido.


martes, 20 de octubre de 2009

Huídas

Hola a todos. Aquí se sigue respirando, dándole la bienvenida (a la fuerza) al frío, e intentando seguirle los pasos al destino. En este momento las cosas son más lentas que de costumbre, sin embargo siguen habiendo muchas posibilidades en el futuro cercano. Ya veremos lo que sucede; al final sólo me queda lo mismo, lo de siempre: "el porvenir de mi pasado" (Mario Benedetti).

En lo mismo de que las cosas andan más para el recuerdo que para el futuro, pongo aquí un texto que surgió hace tiempo, a partir de la creación del guión de mi cortometraje "El naranjo". Si quieren saber sobre él, entren a la página oficial aquí, si quieren conocer el blog de producción del corto, desde sus inicios y hasta el fin, entren aquí. Espero que estas palabras les agraden, yo les tengo mucho cariño.

Nuestro hijo

de Omar Flores Sarabia


Déjame ir a los naranjos.

Deja que nuestra piel te hable.

Déjame sentir cansado.

Deja, que mi mano sabe.

Déjame llegar al camino.

Vayamos hacia el olvido.


Déjate esconder por nuestra suerte.

Déjame, esta noche te cuido.

Deja que el sabor por fin nos lleve.

No me digas que ayer se han ido.

No me mientas y cuéntame algo.

Vayamos a buscar un naranjo.


Déjame, sé que no se han perdido.

Deja brotar naranjos del llanto.

Déjate creer que han existido.

Sí, sé que crecerán de mi mano.

Sí, beberán de lo que amamos.

Vayamos al lugar que creamos.


Déjate ver naranjos bebiendo llanto.

Déjate creer que ya no hemos sufrido.

Déjate alimentar por este canto.

Vamos por última vez a los naranjos.

Vayamos hacia lo que siempre hemos sido.

Déjate creer que por fin hemos existido.

sábado, 3 de octubre de 2009

OTRO AÑO


De Omar Flores Sarabia

El globo moribundo se resistía al paso del tiempo.
Los primeros días habían sido demasiado fáciles.
En un inicio el todo era la altura, el balanceo, el regalo.
No pasó demasiado para cuando quedó poco helio en su redondo cuerpo.
El globo moribundo se balanceaba gracias al aire del ventilador.
El globo chocaba, intentaba levantarse, pero no lo lograba.
Como todo, como tanto, como esto.
En la ventana se mostraron las nubes rosadas.
En la ventana vi cómo la tarde lentamente se moría.
En ese halo de luz vi cómo algo dentro, de colores, también se achicaba.
El globo se mecía lentamente en la habitación.
Fue cuando hubo que recoger los papeles olvidados.
Fue cuando hubo que deshacerse del vaso de cristal ahumado.
En la ventana se veían las doradas casas.
Ese pedacillo de sensaciones y colores se redujo a un instante de suspiro.
El globo definitivamente estaba a punto de morir, qué más le quedaba.
Cerré la bolsa de basura y ese montón de imágenes explotaron.
Cerré la bolsa de basura, lo sabía, lo esperaba.
Hacía calor y ese circulillo de colores se me escapó del cuerpo sin tener cuidado, sin anuncios.
Me quedé vacío por un instante, algo dentro se había acabado.
Hizo calor, yo era otro, así que abrí la ventana, vi que el día se había terminado.
Fue entonces, cuando sin mayor aviso, al globo moribundo se lo llevó el aire, y flotó, volaba; era verdad, el tiempo se lo había llevado.