lunes, 4 de mayo de 2009

Sobre las batallas perdidas


Sobre las batallas perdidas
Breve descripción del coraje

El coraje entra como un ligero calor en los dedos o en los ojos. La mirada se hincha un poco, las cejas se restriegan. Los ojos tratan de apartarse, pero no lo logran. En la segunda observación, el coraje ya está dentro, avanzando entre las venas, desviándose y resbalándose, buscando generar atención. Pero el cuerpo trata de evadirlo.

La salivación comienza. La lengua se aprieta contra el paladar. Los dientes se contraen. La garganta se cierra lentamente, la saliva es tragada con mayor dificultad, con dolor, más dolor. Es entonces cuando el cerebro se enciende. Es entonces cuando el cerebro comienza a preguntar. Y es éste el momento más irónico, pues en el interior todo parece obvio; se llegaría a creer incluso que no hay razón.

Después de la seguridad con la que amablemente las neuronas emitieron sus primeras señales, vienen las preguntas y los porqués. Por qué. Para este momento es posible encontrar un casi imperceptible castañeo generado por la mandíbula. También en este instante de la evolución, el coraje se ha convertido en un poder caliente que se resguarda en el tronco del cuerpo.

En el centro, alrededor del ombligo, el coraje revolotea, duele, trata de explotar destruyendo los órganos, expulsando sangre y contenido. Trata de escapar eliminando lo que está a su paso, la piel. Para esa fase de la evolución, el cuerpo ha perdido fuerzas y la temperatura ha comenzado a descender.

El coraje sube a través de la traquea, llega hasta la boca, ahora pastosa, se instala en la nuca y cambia, cambia más, crece, se mueve, grita, ¡odia! El odio se manifiesta contra el propio, el ajeno o ambos. El odio es sencillo. El odio es humano. El odio es crisis, el odio se convierte en llanto.

La respiración tiembla. Las manos se mueven. El abdomen se cierra. Odio. Es entonces cuando el cerebro regresa y se da cuenta de que la situación se ha terminado. Te odio. Se puede intentar seguir luchando, pero la batalla ha desparecido. Eres un perdedor. Retrocede las casillas, el juego, para ti, ha finalizado.